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Con un acumulado interanual que llegará a tres dígitos en los próximos días, por primera vez en más de treinta años, Alberto Fernández no podía evitar hablar de la inflación durante su discurso en la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso. Sin embargo, no reconoció su fracaso en combatir el flagelo ni brindó una mirada optimista para los meses que le quedan en el poder.

Al contrario, el Presidente optó por no hacerse cargo y apenas se limitó a describir que la inflación es “un problema estructural que afecta a la Argentina hace décadas”. Por otra parte, describió que se trata de un tema que “genera desorganización” y dejó otra definición polémica: “Estamos decididos a bajarla, pero no a costa de mayor pobreza o de afectar el crecimiento”.

Se trata de una mirada particular, ya que es justamente la aceleración inflacionaria la que genera más pobreza, al impactar sobre la canasta básica y afectar el poder adquisitivo de los salarios.

Recién el 14 de marzo el INDEC divulgará la inflación del mes pasado. Se descuenta que el acumulado de los últimos 12 meses ya estará por encima del 101%, algo que no ocurría desde 1991, cuando el país salía de su segunda hiperinflación. Para el Gobierno resultará un durísimo golpe, ya que reflejará las dificultades para atacar el problema.

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